viernes, 7 de noviembre de 2008

ARTE, GESTIÓN Y FALSA DIRECCIÓN DE CULTURA

Voy a empezar por exponer directamente lo que creo pertinente señalar, algún ejemplo, que he visto y seguiré viendo en Fray Bentos, y que se extiende a casi todo Río Negro.
Por tocarme de cerca la poesía, comenzaré por anotar algún carácter especial de la escritura poética, que también ha tenido su particular forma de desarrollarse en Fray Bentos, muchas veces demasiado rápida en su significado, hecha en forma de recomendación o trivializada en una circunstancia cristalizada de ideas.

Algunos libros pecan de citaje, otros de observaciones banales de citas de revistas. Aparece, cuando aparece, y a pesar de los talleres de literatura, alguna publicación esporádica en formato de librillo de escasa calidad y de igual estructura física que las guías de teléfonos que vendían hasta hace poco en Fray Bentos. Es decir una especie de cartón con hojas dobladas por la mitad, en cuyo lomo no hay más que el doblez del cartón. Esto es un problema que aunque parece menor, habla de la importancia que se le da a este arte particular. Prometo comentar alguno de ellos. Y de paso difundirlo.

Muy perdida alguna buena creación, sin publicar, se guarda años o se abandona el trabajo de escritor a una circunstancia pasajera, que distraerá la vejez, y que no se reconoce como una vitalidad constante de ideas y formas que trasmite a su sociedad, o a alguien por lo menos, un artista.

Creo que los proyectos, sobre todos los de jóvenes (tengo pruebas de que han sido muchos) sonreídos por los “Directores de Cultura de turno” y desalojados por la más clara falta de compromiso de estos, son una prueba del interés constante que hay fuera de la Institución vaga y funcionalmente absurda que es la Dirección de Cultura del Departamento de Río Negro. Digo fuera por referirme a que son ejemplo de la independencia de las ideas y del aluvión de oportunidades que en su imaginación y en su forma se llegan a desprenderse de los incipientes artistas, pero que al fin son mediocrizados por quienes he nombrado.

Es cierto que la literatura puede desarrollarse con su auge de independencia en la expresión popular y sincera de un pueblo, pero cuando una sociedad apoya la gestión cultural, sin exigir, a los canalizadores de elementos culturales, peca de omisión, de banalización permisiva de su función autoenriquecedora. Hay que exigir para esta rama como para otras, una estructura formal de publicaciones, un apoyo a los artistas, músicos, pintores, escritores, pensadores, que creen en sus compañeros como en sí mismos hasta que un día los hacen despertar con olor a muertos nada indispensables.

Por supuesto omitimos de toda esa cerca elemental de significados los concursos que sirvan para algo, la preocupación de los profesores de Literatura que deben estar muy de acuerdo con las gestiones culturales de la Dirección de Cultura.

Por otro lado, hoy, queda un fuerte trabajo independiente por hacer. Ya sea la creación de un archivo para no perder más nada, o la interacción constante entre quienes se dedican al arte y que por no quedar colgados en sus pueblos o ciudades se han ido y aquellos que allí quedan, con su gran valor azotados por un olvido rápido que no pregunta.

Muchos no estarán de acuerdo conmigo en que una cantidad enorme de potenciales artistas, y artistas, que desmoralizados por la voz de organizaciones culturales, que debieran ocupar otras personas, más allegadas, y no acomodados políticos perfumados por la televisión cómplice, están siendo constantemente omitidos por la historia paradójica de una ciudad que se ha ocupado de matar cualquier posibilidad de un desarrollo artístico verdadero, opacado por guarangadas sustentables, por programas de televisión que parten de la idea de que uno es un imbécil, por circos de nada, por grupos ocasionales de contratados.

Quien realiza un esfuerzo queda solo, quien tiene una idea está condenado a soñarla.
Naturalmente, algunos de estos problemas aquí esbozados son observables. Y no responden a una actividad independiente. Son consecuencia también de otros muchos problemas de corte social, político, económico. Pero a tal laxitud ha llegado la gestión de las fuerzas culturales que parece un tema de interés o de desinterés que un joven abandone una actividad por asqueante.
Me parece, para empezar a discutirlo, que a pesar de que me digan que en muchos lugares sucede lo mismo, es tiempo de innovar, de fijar elementos de la cultura e historia de nuestros pueblos que nos ayuden a reacomodar el espacioso lugar de nuestras obras. Así que…aquí vamos de nuevo.

José Jorge
7 de noviembre de 2008

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