lunes, 1 de diciembre de 2008

La igualdad: un elemento fantástico o fanático en las radios fraybentinas (Introducción)

Parte I
Introducción

Aun se conserva, vacía y tácita en una conversación, la idea de la igualdad. Ella muy señorona, requiere de otra idea para poder cruzar la calle, de la “falta de distinción”. La idea casi justa de ser iguales. Esta idea ha trabajado en la historia como un contraproducente estado de conservación a costa de pueblos enteros, de su composición, de su diversidad. La hegemonía cultural en la creencia y el abarrotamiento de elementos identificatorios de una identidad ceñida a la geografía, producen bajo la idea de igualdad, una desigualdad basada en el estereotipo neutral del factor social.

He aquí la falta de diversidad como respeto mutuo de coexistencia de masas informes de individuos reprimidos en la opinión pública y en la política de estado. La heterogeneidad no es diversidad. La ensalada de un cd no tiene nada que ver con nuestra formación cultural como individuos diversos.

Se me ocurre la imposibilidad de que coexistan silenciosamente “la opinión pública” con “el derecho a expresarse”.

También creo que la frase “somos todos iguales” no quiere verse reflejada en las condiciones políticas, económicas o sociales porque eso requeriría de una revolución y digamos que por ahora Fray Bentos no desea tal cosa, aunque confío en que el lugar menos indicado puede generarla. Entonces, si la igualdad radica en mantener las diferencias sociales, la coherencia neutra del patriota, la paradoja en que está imbuido Fray Bentos y el elemento grotesco inevitablemente ceñido a los principios de su historia y a su contemporánea insistencia a inclinarse en a un salto magistral del desarrollo sin gente, la igualdad es un anti-valor.

Se han encontrado huellas en los discursos que datan de épocas antiguas, guardadas de la erosión de la diversidad, con la que unen a un tiempo, en un museo aparentemente social, con más rigor que un pastor, al pueblo disfrazado de conjetura idiosincrática homogénea, esto es, vestido a lo bobo, de iguales, de masa. Este abuso, llamado igualdad, que detentan las radios en Fray Bentos, lo practican con magistral empeño casi todos los programas, que hablan de casi lo mismo, con la misma tendenciosa opinión y abusando de la confianza intelectual del individuo. El morbo jugoso de los periodistas agradece el público sano que lo sustenta.

Recuérdese la incitación de las radios a participar de la marcha a favor de Botnia. Casi todo el pueblo salió a las calles a defender lo indefendible. Esta ha sido una prueba que repite el recibimiento de Saudico, pero de manera más organizada. Aquí, lamentablemente, todos volvieron a ser iguales. Los programas de radio oponían la ciudadanía a la participación en la marcha. No era uruguayo aquél que no acompañaba el movimiento, como si la fábrica además creara ciudadanos.

Sin embargo esta aplicación de la igualdad radial, es otro deslizamiento de aquella igualdad que es puro deseo inocente del discurso y aunque hace falta un análisis más detenido de las formas en que se familiarizan tantas ideas podemos sugerir a las radios de Fray Bentos como un ámbito riguroso del proceso de serie. Un derecho pendiente es la construcción de espacios multiculturales de opinión.

No somos iguales porque “A la casa del Señor iremos”, ni porque seamos fraybentinos. Nada implica que yo pueda sentirme parte de un grupo de recipientes ideológicos, cuya difusión consiste en igualar a todos como merecedores de sinsabores culturales y registros educativos del Medioevo.

Quedan por ver infinidad de elementos propios a las radios y el principio de un enfrentamiento significativo con las ideas que coartan a las demás presentándose como una hegemonía lucrativa.

1 comentario:

Soma dijo...

Excelente José.
Muy bueno!