Presentación de Proyecto de Intervención Comunitaria

Foto: Arthurzico

PARTE 1
INTRODUCCIÓN

Las comunidades sufren grandes transformaciones, consecuentes, con las transformaciones globales en el marco de una era que crea y recrea valores y habitus a escala global. Impone cambios en las relaciones sociales, imparte modelos totalizantes desvalorizando la diversidad y lo distinto, hegemonizando paradigmas del éxito donde la lucha “de” y “por” lugares exacerba individualismos descarnados en detrimento del individuo y el “ser” humano. La inseguridad y el miedo agreden cada vez más nuestra calidad de vida así como la pérdida y el fracaso en el seno de una economía mutante mundializada que absorbe hoy y expulsa mañana generando, profundizando y acelerando la fragmentación y precarización social-histórica en la cual nos reproducimos objetivamente y subjetivamente (nuestras ideas y formas de ser, tener y estar en y con el mundo) la mayoría. El resquebrajamiento de nuestras libertades se populariza a la vez que naturaliza espacios de coexistencia que marginalizan el deseo pautando tiempos y espacios contradictorios con nuestras capacidades sociales e individuales. Contradicciones que se traducen en problemas de seguridad, falta de empleos, subempleos, cuerpos rigidizados y fatigados, estrés psíquico y social, pérdida de calidad en nuestros vínculos, empobrecimiento de nuestras relaciones sociales. Obedeciendo a una lógica de poder que propone como paradigma desde fin de siglo, un único criterio de producción basado en la rentabilidad y la eficacia, naturalizamos una sociedad vaciada de sentido que proyecta su propia imagen hacia sus integrantes, nos vamos agrietando como seres de y en sociedad. En estas últimas décadas se han ampliado las brechas entre las oportunidades de bienestar en el Uruguay dependiendo del estrato económico-social, grupo de edad, constitución familiar o localización territorial a la que se pertenece. Agotamiento de nuestros recursos naturales, físicos, afectivos e intelectuales, en el devenir de un esfuerzo desmedido por alcanzar fines inalcanzables desde el aislamiento, fines pautados por un mercado que refuerza círculos de pobreza e inequidad. Como contrapartida de este sacrificio se ofrece globalmente “control y consumo” para una minoría y a los más la posibilidad de convertirse en marginalizados, en población “chatarra”, mediante un proceso de vulnerabilizacion que se centra en la expulsión social. Se trata de una crisis que nos convoca a pensar nuestra sustentabilidad como sociedad, fundamentalmente de forma prospectiva, impulsando estrategias que ensanchen nuestras capacidades y generen oportunidades de desarrollo desde una perspectiva orgánica.

La re-estructuración de nuestras sociedades contemporáneas representa un desafío no solamente macro-económico, sino que también a nivel micro social, desde nuestras prácticas cotidianas, con nuestros actos y discursos, podemos intervenir promoviendo salud en su vertiente positiva a través de una Ética de la libertad que transverzalice nuestra vida cotidiana estimulando prácticas y modelos educativos en el marco de un accionar cultural que impregne nuestras interacciones en la vida cotidiana. Intentando cultivar a través del reconociemiento y reconciliamiento histórico el derecho de construirnos en diversisdad. Porque si bien existimos en una época que se caracteriza por progreso técnico, crecimiento económico, avance tecnológico, todo esto se transforma en proceso negativo si no se vive desde una Ética donde esencialmente se apunte a modelos de desarrollo sustentable del ser humano en su totalidad, ser humano capaz de establecer vínculos fuertes y duraderos, afectivos, solidarios con otros seres humanos. Ética que nos hable del cuidado de nuestros recursos naturales, de la Tierra como madre y símbolo de fertilidad, del equilibrio vivo, del respeto por la vida (resguardándolo y resguardándonos en nuestros matices, en nuestras diferencias). Ética de la comunidad cultural, de solidaridad, del dialogo, salud y dignidad. Una Ética que integre lo masculino y lo femenino en su complementariedad y diálogo, que frente a la era del vacío resignifique el silencio, que nos permita escuchar nuestros sonidos más profundos y los de nuestros semejantes. Como señala Deleuze: “Creer en el mundo es lo que mas falta nos hace. Hemos perdido al mundo, nos lo han desposeído. Creer en el mundo es, además, suscitar acontecimientos, aunque sean pequeños, que escapen al control, o hacer nacer nuevos espacios-tiempos de resistencias. Es a nivel de cada instante que nos jugamos la vida: a la capacidad de resistencia, o a la sumisión al control. Necesitamos, al mismo tiempo, creación y pueblo" (1)

(1) DELEUZE, G., Pourparleurs, Gallimard, París, 1990. Citado en "Desde el lado oscuro de la excelencia empresarial, hacia una posible utopía de la vida" de Ana María Araújo.

BIBLIOGRAFÍA

• Jorge Barcelo. Documentos de Sociología e Historia Social del Uruguay. UDElaR. 2003.
• Eugène Enriquez. El Analisis Clinico en Ciencias Humanas. Edition Saint-Martin, País, 1993.
• Araújo, A. Ma. “Desde el “lado oscuro” de la excelencia empresarial, hacia una posible utopía de la vida. Ed. Multiplicidades, Montevideo, 1995.
• Wenstein Luis. Salud y Autogestion. Tupac Ediciones. Bs As.
• Serie PLATEX para Ejecutores de Programa de Salud Nº.19. Temas de Salud Mental en la Comunidad.
• Pichon Rivièr Enrique y Ana Pampliega de Quiroga. Psicología de la vida Cotidiana. Ediciones Nueva Vision. Bs As.1999.
• Estrategia Nacional para la Infancia y la Adolescencia 2010-2030. Consejo Nacional de Políticas Sociales. 2008.