jueves, 24 de septiembre de 2009

Nadie patea a un perro muerto

19 de Setiembre de 2009

Fray Bentos

Demir Pereyra

"nadie patea a un perro muerto"

Cuando la vida transcurre en los pueblos, es necesario para su gente –como alimento- incluir un plato picante que no indica, sea el mejor.

Luces propias, de una batería infinita, que sólo elimina la muerte eterna, lo que muchas veces se desea obtener, ignorando que no se compra la energía para surtir a cualquier modelo de máquina de esta humanidad.

Decir con un refrán -que reitera Don Eugenio, en sus animadas charlas, "nadie patea a un perro muerto" se me ocurre a la hora de subsistir en la mediocridad de un sistema mezquino, grosero e irreverente, dónde pensar diferente, o destacarse, implica el fomento de la envidia.

No está muerto quién pelea, no está muerto el que vive, vibra y siente con lo mejor de sí, en un mundo que evoluciona vertiginosamente e incluye en su movimiento a quienes quieran seguir en la órbita de la humanidad entera. Del abajo, del naciente, con autenticidad a la hora de ser. Práctica que incomoda a quién o quiénes no les otorga la naturaleza propia, un pensamiento pleno y libre.

"Haz lo que quieras igual hablarán de ti" come de tu mierda, bebe de tu orín y serás doblemente fuerte, cómete las lágrimas, –en silencio- balbucea rezongos, –en secreto- quémate en la hoguera del libre arbitrio –que para defenestrar- están los gusanos ocultos en el fondo de los cajones de las frutas del mercado..

Fáciles y patéticos discursos de medio pelo, cargados de miseria, portadores de grasa humana putrefacta, necia y relamida, de miseria propia, de angustia irresuelta. Basta mirarte, triste planta sin precio, violada por honor, descreída por acierto, flecos de ignorancia, de infértil y mutilada criatura, te cuelgan.

Que duermas en paz todos tus días, ese es mi mejor deseo. No descanses en tu abnegado propósito de sustanciar veneno. Desde mi árbol de vida, de mis rutas de silencio, desde las dos cunas que he mecido, con las entrañas en la mano, bajo todo este cielo, decirte con Juana: "Caronte: yo seré un escándalo en tu barca".

En honor a la palabra, tu esclava.

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