domingo, 7 de marzo de 2010

"DESINFORMAN INFORMANDO Y OCULTAN MOSTRANDO" PARTE II

3)La concentración de los medios de comunicación es el principal monopolio u oligopolio de las verdades. Se debe generar, desarrollar y educar nuevos medios de comunicación con lógicas de contenido y gestión comunitarias.

Los medios por lo general se copian las mismas noticias y el mismo hecho es repetido en todas las radios según el nivel de “raiting” que provoque el informe que, cuanto más cercano al vecino, mejor (un amigo sociólogo me contaba que una violación puede ser mucho más terrible que cien atentados terroristas juntos). A este fenómeno se lo conoce como “contagio de la actualidad” y establece que “si uno o varios medios “dominantes” en la estructura del campo mediático propagan un hecho, los demás tenderán a ofrecer noticias sobre este mismo tema, para no quedar retrasados frente a la actualidad, por temor a perder terreno dentro de la competencia entre medios; es un círculo vicioso que uniformiza y nivela las producciones mediáticas”.

Hoy en día podemos afirmar que existen programas que se consagran la autoridad de la verdad, que son los que establecen la visión y la división de lo que es y no es real, importante o no mediáticamente, que le refuerzan al político su reputación y su imagen pública de cara a las elecciones municipales y que son quienes determinan con mayor poder la agenda política del departamento en radio.

De hecho dentro de nuestro medio hay programas que se dedican a reforzar la idea de “enclaustramiento del monopolio del otorgamiento de reputación social” que desarrollaremos más adelante. Los premios “Renacimiento” al periodismo son una forma de connivencia y legitimación del campo periodístico que otorga reputación o capital a los periodistas que el sistema considera pertinente para que la gente les crea y los escuche.

En estos premios se dice a quién creer y a quién no, se le da reputación social y capital al periodista (lo mismo ocurre con los premios “Tabaré” mas allá de que los criterios y el impacto mediático sean totalmente diferentes). Entre los propios periodistas también existe la misma connivencia a la hora de darnos “voz” en el mundo mediático. Casi todos los noticieros tienden a ofrecer las mismas referencias que algunos líderes de opinión ofrecen, para no quedar afuera del campo mediático. Incluso podríamos afirmar que, al igual que la música que se escucha en las FM, las confidencias que la gente escucha las generan dos o tres periodistas mayoritariamente. En este sentido, resulta muy difícil poder introducir nuevos contenidos y nuevas músicas dentro de los medios comerciales por la concentración que existe en el monopolio u oligopolio de la verdad del momento que un par de elegidos proclaman. Por tanto, a pesar de que existen más medios de comunicación que hace diez años atrás, no recibimos más información sino una saturación de la misma noticia repetida en los diferentes medios.
(http://www.larevolucionvive.org.ve/IMG/pdf/manual_de_analisis_critico_del_periodismo.pdf).

La consecuencia que genera el fenómeno del “contagio de la actualidad” es “la circulación circular de la información” según el sociólogo francés autor del título de este artículo Pierre Bourdieou: “el hecho que los periodistas (los cuales tienen muchos puntos en común, en cuanto a sus condiciones, formación, origen) se lean los unos a los otros, se vean los unos a los otros, se encuentren de forma constante, se escuchen los unos a los otros, genera un efecto de encerramiento y, no temamos la expresión, una censura tan eficiente (más eficiente incluso, ya que su principio es más invisible) que los de una burocracia directa”. (http://www.larevolucionvive.org.ve/IMG/pdf/manual_de_analisis_critico_del_periodismo.pdf).Respecto al poder político se genera un circuito o círculo de periodistas que interactúan con las máximas autoridades y entre sí, lo que le permite tener informaciones más o menos parecidas ya que recorren los mismos lugares.

Los periodistas no son solo observadores del campo político, son también sujetos con intereses políticos y económicos determinados, sujetos que construyen o destruyen realidades e influyen de forma nada indiscreta. Es evidente que analizan desde adentro y no desde afuera del campo político. Ellos, al igual que los políticos, encuestadores, comentaristas, politólogos y “todo logos” forman parte del campo político. Su destreza radica en convencer sobre su “neutralidad” u “objetividad” disimulando a través de la imparcialidad.

La búsqueda de la noticia pasa por escuchar a la competencia en el circuito periodístico y no a la gente. Ocurre el enclaustramiento de los periodistas ya que se encierran entre ellos mismos y dan noticias que les interesan solo a ellos o al que las redacta. En la medida que el periodista no ande en el pueblo, no concurra a los sindicatos, a los barrios, a las escuelas, a los boliches, a los clubes o asociaciones deportivas, sociales y culturales , a la calle, a las bibliotecas, no estudie, no investigue, muy poco va a saber lo que le pasa a la gente. Por eso saben más de rumores organizados que de negociación colectiva o de la situación de niños y adolescentes en Río Negro. Porque son periodistas que viven dentro de su micro cosmos intentando reproducir el medio fundamentados en la autoridad de estar detrás de un micrófono y legitimados por patrones o empresarios que finalmente son quienes deciden en nuestro medio quienes son periodistas.

Encerrados en la radio es imposible saber lo que ocurre en el pueblo solo serán reproductores de chusmeríos, rumores organizados y opiniones poco fundamentadas en la verdad. Esto le pasa por excelencia a los programas que tienen muchas horas en el aire, todos los días y que no saben cómo tapar agujeros.

La libertad de expresión y la democratización de la información no son creíbles. Si pedimos repartos de tierra en 1815, en el 2010 solicitamos repartos más democráticos en los medios de comunicación que se adquirieron (en la mayoría de los casos) a través del clientelismo político.

Los medios de comunicación básicamente hoy nos dicen que debemos mirar tal hecho envuelto en juicios morales y de valor respecto a si les agrada o no. Comienzan a realizar una campaña de forma tal que la misma información la escuchamos quince veces durante varios días. Allí comienza la manipulación consciente o inconsciente por parte de los interlocutores de la “realidad”. La forma en la cual se presentó la noticia determinará las respuestas que nuestra comunidad encuentre al problema. La valorización de ciertos temas o de ciertas problemáticas tiene por contraparte el encubrimiento de otras. El hecho de que se realicen móviles en vivo, se jerarquice de sobremanera un hecho e incluso se haga una campaña, determina la importancia del problema para los periodistas de esa radio.

Un ejemplo claro es la manera en que se trata a menores o jóvenes, siempre asociados a la delincuencia cuando aparecen en las noticias: “jóvenes delincuentes…”

Se tiende a presentar la noticia de forma aislada y sin ninguna explicación que provenga del contexto. En ninguna noticia hay una asociación mínima de las condiciones sociales y económicas en las cuales vive la población menor en el departamento de Río Negro.

Las escuelas de periodismo un poco han sido las culpables de este problema. Cuando se enseña sobre la “pirámide invertida” el contexto importa poco: “se tiende a subrayar, de manera exagerada, las cosas más anecdóticas: el “¿qué?”, el “¿quién? y el “¿cómo?” (http://www.larevolucionvive.org.ve/IMG/pdf/manual_de_analisis_critico_del_periodismo.pdf).

Este es un ejemplo de periodismo de almacén: ¿qué hicieron en la rambla anoche los menores o jóvenes? (alcoholizados, delincuentes y drogadictos). Se pregunta la vecina, ¿quiénes fueron?, se pregunta la otra vecina más interesada que la anterior y ¿cómo rompieron los bancos de la calle? (si le pegaron con un palo o a las patadas). Las vecinas tienen la misma estructura de preguntarse que los periodistas. Los veteranos están atentos el domingo de mañana al informe de prensa de Jefatura para conocer detalles de los desmanes que provoca una juventud que “está perdida” y que es un “problema” para la sociedad, creada y formada esa opinión históricamente por los medios. Pero lo que la gente no se pregunta es ¿por qué?.

Los medios no ayudan a encontrar respuestas a estos problemas por la forma que tienen de encarar el tema, de presentar y tratar las noticias. La noticia no genera reflexiones sino miedo, estupor, confusión, “raiting”, a lo canal 4.

Se genera la sobre-información como una forma de generar desinformación: “la sobre-información tiene por principio básico informar mucho (superficialmente), informar sobre el “¿Cómo?”, es decir las modalidades de uso, y omitir el “¿porqué?”, y la contextualización de los eventos”.

Por tanto, si la cuestión de la “inseguridad” pasa por los menores infractores y la baja en la edad de imputabilidad, si esa creencia, si esa mentira (desde el punto de vista científico) se repite mil veces, se transforma en verdad. Al paso del tiempo, si nuestro cerebro no experimenta la duda de esa creencia, vamos a pensar que la única respuesta al problema es esa. Es una información descontextualizada si escuchamos los delitos que cometen los menores y no las condiciones sociales-económicas y culturales que viven los mismos.

La idea sería desarrollar nuevos medios de comunicación alternativos que brinden otros mensajes a la sociedad. Es una tarea fundamental para mantener un gobierno que piense que las respuestas tienen que ver con problemas sociales y que las respuestas a los problemas sociales no se responden con intervenciones penales. Teniendo en cuenta que las noticias policiales son las que más audiencia generan, hoy por hoy, a los medios de comunicación comerciales (y por tanto si tienen más audiencia las publicidades aumentan) es necesario que existan medios cuyas lógicas no sea la publicidad comercial, que en definitiva es la que va a construir la realidad social de la gente. A las radios comunitarias no les interesa generar contenidos cuya lógica sea el enriquecimiento de sus patrones ya que son lógicas diferentes (o deberían de serlo) a la radio empresarial, por la forma de gestión comunitaria que los mismos tienen.

Los medios tradicionales acusan de ilegales a las radios comunitarias, al igual que los europeos acusan de clandestinos a los inmigrantes. Quienes defienden la legalidad, por lo general, piensan que todo lo legal es “bueno, justo, respetable e inmutable” siendo necesario para ellos que lo clandestino nunca se legitime. ¿Es legal que te den una radio porque integrás un partido político?, ¿es respetable que una computadora controle la programación de un medio de comunicación al “servicio de la gente”?, ¿estar al servicio de la gente es pasar lo que la gente te pide?, ¿es justo que una sola persona disponga y seleccione la programación de un medio de comunicación?, ¿qué responsabilidad tiene los medios de comunicación en la situación cultural actual?

Respecto a que compiten con los medios tradicionales es erróneo. Resulta imposible competir con las radios comerciales por la infraestructura, alcance, capacidad técnica, recursos humanos y financieros, legitimidad institucional; etc. Este verso lo inventaron quienes lucran con los medios, es decir, sus dueños y gerentes que forman parte del periodismo-empresa o del periodismo “tengo una familia que mantener”.

En cuanto a la competencia desleal queremos decir que se da entre los propios medios tradicionales, gente que cobra chirolas para decir cualquier disparate.

Me parece que hay que dejarse de hipocresías respecto a las radios comunitarias y empezar a discutir el tema: ¿Qué son las radios comunitarias? ¿Qué vinculación tienen que tener con el barrio y con el pueblo? ¿Qué rol cumplen en la comunidad? ¿Por qué no se puede lucrar con ellas? ¿Por qué no pueden ser de una sola religión ni de un solo partido político?, etc. Esas discusiones serían saludables para reflexionar sobre este “problema” para los dueños de los medios y “solución” para la voz de los sin voz.

Como dice el sub. Comandante Marcos: “no se preocupen, no venimos a explotar a la gente, no les haremos competencia”.

Matías Miñán

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno saludos