sábado, 13 de noviembre de 2010
JOSÉ JORGE
ACARICIÉ TUS OJERAS
Acaricié tus tibias ojeras. No hubo resistencia.
No percibo el sueño más que por lo que armo.
Maldigo habitualmente todos mis temores.
Lo hago porque pienso; o estaría muerto.
Para salpicar el vulgo semejante
de larvados huesos en triste deterioro,
riego con agrias lágrimas cuando una oruga
se esquina con animalidad pensante.
Cargo con la parte espectral de mi pelambre,
con el bosquejo estéril de mi raciocinio.
¡Háblame deprisa linfa envejecida,
que la guerra ha dado justo en mi pocilga!
Lapido los ancestros en filtradas fábricas
de la conciencia. Tengo bordes y soborno.
Soy la guadaña de la fe que se enrosca
y en las cuevas me detengo a matarme.
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