sábado, 19 de diciembre de 2015

Charly Ferret sobre "Ocho lunas" de José Jorge

"Ocho lunas"

La luna, ese goyete, sobre el rabillo del ojo, con lo que todos creemos maridar. José directamente, permiso, la esclaviza; hay al menos dos formas de esto, una y la más conocida se basa en el direccionamiento total, el yugo del procedimiento estricto. José, vaya a saber uno…, utiliza un artilugio diametralmente opuesto, no solo le da libertad total sino que además le mueve los elementos, los encuentros no ocurren, todo entra a girar con la Luna, esta pierde referencias. José las encausa. “¿Cómo?” Se dirá usted… Bueno, ese es su labor como lector, es decir, su posibilidad o no de enfrascamiento.
¿Creyeron que lo iba a dejar así? Si, pero no. Voy a intentar enclavar estas ocho piezas, que retrucan a las nueve lunas, en los nueve cuadros de la portada.
Interludio octogonal:
1-Introducción.
2-Transfiguración, un rostro desde varios ángulos, poli-dimensional, con su gran cierre en el ápice de la mutación de dimensiones, la reencarnación.
3-Grito aflorado desde las tres entrañas existenciales, el grito es una de ellas.
4-Viajar.
5-Otro viaje, el cambio imperceptible de ¨las estrellas fijas¨.
6-Fluyen, y estos son infinitos, el fluir también, la luna nos espera como una madre desde el primer verso. El eterno ritornelo o solo un sueño.
7-Orilla y cosa grande, orilla y detalle en la orilla, frontera y mundo, para un lado y para el otro. Para este lado mundo y para este otro, mundo.
8-El nacer, renacer, la primera muerte. Y la eterna niñez.
Posibles lugares.
¿Y qué se puede decir?
Imágenes nocturnas y alejadas, cercadas de agua, marítimas. Paisajes truncos por corrientes de aguas, a veces esta es una grieta y en otras es el lado b, el otro mundo, pero la costa permanece. En este límite o frontera, donde se vive, desde donde se contempla con dilaciones y temblores, nos encontramos con la marca de la soledad, generalmente implícita, aunque hacia al final del poemario esta se nos muestra entera, sin velo alguno, llena. La luna juega simbólicamente, es y se desvanece, por momento es luna y por momentos es otra cosa, hay traslados (ruge, siembra, sus dientes orean…).
Estas imágenes o lugares, no están limpios, se superponen, se contradicen, la cosa o la luna se confunde, como si nos costara parar el proceso en algún instante, de aunar un sentido, y de converger en un punto que nos deje respirar y tomar ese trago en paz. Y en este revés nos quedamos sin poder de condensación, sin la emoción precisa que acompañe. Ese truncamiento cíclico atrofia un devenir y no porque no podamos entender, interpretar, dar algún sentido, la dificultad reside en las lejanías y en los huecos. Saltar se saltan, se rellenan, pero dejan la huella falsa del camino enclenque, y como hasta en el relato quiere uno mirar hacia atrás, el pronóstico es un regreso que no permite seguir hacia delante con total tranquilidad. La piel o el río, si, hasta el río puede estar lejos.
Y la luna reaparece in crescendo, como generadora de mundo como en su versión más clásica, pero rarificada, sigue siendo partícipe de la humanidad, asomando en sus historias, sus dolores, sus búsquedas, sus recuerdos.
En esta maquinaria podemos distinguir engranajes animados, grillos, mariposas, ballena en un escenario de dividido de sauces, arena, tornados, todo dentro de un sistema engorroso. Caleidoscópico.
Aflorando, esperanzadoramente, un grito “una luna apenas se rompe en el lienzo entero…” invadiendo, tomando la iniciativa estética con su hueste de imágenes y embrujo o ritualización del lenguaje. Todo conlleva a una real búsqueda de un nuevo decir.
No la esclaviza, me corrijo, la aturde. La misma sensación o estado en el que se puede embretar uno en estos versos si se deja llevar por los movimientos y vueltas atrás que en hermosas imágenes disfraza el autor. Son lindas, son uuuh!!!! profundo, si uno las descubre, pero no se deje cebar del todo, sírvase esperando más, porque lo hay.

No hay comentarios: