sábado, 6 de junio de 2020

CLÍNICO


Los dedos destilan pequeños movimientos
como diminutas arañas aceitosas de vagones trenzando
sus ojeras oscilantes. Tabaco migas tormentos:
por un chillido de tanza se lanzan con los ojos borroneados
como cientos de palomas sacudiendo sus clavículas.

La noche frota su calva munición
su sangre de perdigón y su arcabuz de dientes echa plomo susurrante
de joven cabizbajo con cara de muerte en pueblo caluroso.

Dos ojos perforados por punzantes anzuelos
tiemblan pues un pequeño cuchillo
los limpiará de escamas y un disco de arado
los freirá hechos filetes.
El aguijón de un fluido bate sobre una vena.
Una várice muerde la arteria de su brote.
Un grito ardido e inconexo
se va arrancando brutalmente de sus órganos
y los recuerdos internados observan seriamente
con grandes cicatrices rapadas en la frente.

Me voy
en este umbral
ya no queda más nada
pelvis mandíbula esternón
radio húmero ardor
donde persiste la combustión de una mano solitaria
que alguna vez acariciaba su relleno.

José Jorge (2019)

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