viernes, 1 de mayo de 2009

CARNAVAL SOCIAL…

"Las tradiciones no son sinónimo de estancamiento, sino al contrario: su supervivencia depende del balance entre memoria y capacidad de adaptación a los movimientos de la sociedad."

La Diaria, 10 de febrero de 2009, número 743, año 3


APUNTES SOBRE EL CARNAVAL

I
"Más que un espectáculo que debe observarse", "el carnaval es la hilaridad vivida por todos" según dice Mijaíl Batjín (1) que agrega "Las personas que participan en él son simultáneamente actores y espectadores. Y, como la risa festiva del carnaval se dirige también contra quienes ríen, la gente que se encuentra dentro de él es tanto objeto como sujeto de la risa." La profundidad de los cuadros de Solari puede proponernos una visión metafórica de este doble estamento socio-cultural identificando el carnaval con una voraz y punzante instancia del desarrollo de terribles representaciones perspicaces en la vida cotidiana.

Pero además Solari, que se ha ocupado del carnaval en sus pinturas, acude a cierta simbología mítica de la sociedad fraybentina. Recorre aquella hilaridad fundando míticamente una "sociología animalista" trazada sobre la imposibilidad de despegar la máscara de la cara.

Frente a los problemas actuales del carnaval ¿Sus obras podrían ser reinterpretadas?

Explica Alicia Haber "Como retorno al caos primigenio y como apelación a lo dionisíaco que invita a que el hombre se disfrace y saque a relucir elementos reprimidos, el carnaval fue para él como para muchos pintores y literatos, un tema de singular interés, un símbolo de la propia vida en la que desfila cada uno con su máscara escondiendo o develando debilidades y pasiones. A Solari le fascinaba ver cómo a través de la máscara el ser humano se permite conductas que la cultura represiva detiene." (2)

Jimmy Crespo sugiere "También está el artista cortesano que se casa con el estado por una cuestión de satisfacción y justificación de sus trabajos, pensando que está comprometido socialmente, sin embargo solo logra mantenerse sin evolucionar. Solari se mete en este mundo cortesano y desde adentro lo critica, se burla del "estado" por medio de los personajes y símbolos, pero tiene eso de ser un visionario o al menos lo busca, creando técnicas, pigmentos, y explorando constantemente. Volviendo a sus críticas sociales, logra que esas personas lo observen y coman junto a él mientras que en el mundo pictórico de Solari son "la risa", funcionan como "payasos", aquellos que guardaron sus trabajos en salones con olor a nuevo y pisos lustrados por corbatas masticadas por algún gordinflón con cabeza de chancho."

Una interpretación de Solari, a partir de algunos de sus cuadros, puede generar ciertos juegos propios del carnaval: el disfraz social confeccionado en el fundido taller de la Cultura, las sonrisas de empleados públicos de jerarquía casi en primer plano adornando las noticias de un carnaval que quiso aunque no fue del todo, la convivencia con un pasado basado en ciertos cultos semi-originarios como pueden ser el Anglo o Botnia (hoy representante de una supuesta nueva era de "desarrollo").

El artefacto, cuadro, pintura, grabado, es consecuencia y dependencia interpretativa y se identifica con su referente inmediato a través del tiempo al que recurre: la fiesta, el pasado y su inevitable "evolución" perceptiva. La sociedad representada en sus vicios, caretas y máscaras cocinando y cocinándose en un sartén a modo de balsa puede ser el dato de una sociedad antigua o una bastante próxima. Observando ciertos signos de la hoy devaluada fiesta carnavalesca la actualidad de este pintor pone de nuevo en el tapete otras interpolaciones.

La máscara muestra y demuestra, denota y paraliza, muestra lo que en el fondo no se quiere sacar a relucir, muestra lo que en el plano frontal dinamiza la estética de la representación grupal, o de manada (perros, jirafas, chanchos, casi siempre animales) y encuadra la privación del rostro para determinadas actitudes definitorias de un presentación del desarrollo vital. Ese caos (zoo) lógico que se puede entrever en Solari, también, como un oximorón o juego de fuerzas, presenta una estructura social y grupal, como simbolismo y como identificadora de fuentes sociales, de la imagen caricaturizada de una sociedad petrificada en su gestualidad.

La lucha de clases, entonces, se puede justificar en el enfrentamiento de manadas, de cardúmenes, de piaras, etc, cada cual comunicándose con su peculiar sonido.

En este sentido el goce hedonista en carnaval se puede trasponer a un simultáneo acto de sensualidad entre clases sociales donde el engaño que sufre la clase con menor fuerza representativa en la comunicación y en los centros de poder, puede devenir en ritual, en fuerza espiritual e incluso en morbo cultural.

II
La participación es y no es inocente puesto que el Carnaval también es "una dramatización lírico-satírica de la vida real y de la construcción social del sentido, de alcance popular en su comprensión y drama. Una "play form" diría Simmel, un juego menor que introduce el juego socializador mayor, facilitándolo dramáticamente." Como explica Rafael Bayce en un interesante trabajo titulado "Carnaval: catarsis, inversión de status, control…" (3)

Cuando se trata de cumplir con la tradición que imponen organizaciones como la que se llevó adelante por la parte privada de un trato rápido, el carnaval fraybentino casi se hace humo. La integración de los actores culturales, que no contaron con esta experiencia desagradable, fue desmerecida.

Y claro, mientras, el Carnaval se tambaleaba como manifestación popular, la pésima gestión privada suplantó con una superflua coordinación el papel de los actores, desamparando las iniciativas populares desconcertadas ante las decisiones arbitrarias.

Por otro lado la planificación de la Dirección de Cultura lucha por rescatar de su creciente desaparición temporal datos de un "Carnaval de antaño" inaugurando una muestra un tanto ridícula (no en sí misma) (sino) en cuanto contrasta con la actualidad de una necesitada y pensada red cultural que deja en duda la utilidad de una Dirección centralizada en una estructura sumamente burocrática y "repersonalizada". "Se respiraban vapores de carnaval en la calle" dijo la directora de Cultura en dicha muestra, citando el pasado literario y semi-visual de una fiesta que es mejor recordar, pero que a su vez destella con una tenue historiografía, que hay que rescatar de su peligrosa bastardización, a la que se quiere agregar siempre un momento de exotismo "burgués" (4), uno más envejecido y desaliñado cuanto más tiempo pasa. Cualquier Dirección de Cultura que asuma el próximo gobierno va a tener a sus espaldas un peso muerto que se viene acumulando desde hace décadas, y que hemos empezado a ver como una problemática capaz de ser debatida e historiografiada críticamente.

En los análisis de la CULTURA rionegrense ha faltado nada más ni nada menos que el contexto social enfrascado en una fracción de tiempo en un contexto socio político, un casi completo CAMPO CULTURAL, campo al que según Bordieu pertenecen otros muchos campos, cada uno con la posibilidad de ser estudiado autónoma, pero no independientemente del otro.

La estructura de la Dirección de Cultura ha envejecido, no lo dude. En su actual estado no puede ser funcional a ningún tipo de necesidad cultural. Cualquier partido que asuma debe cambiar la estructura de fondo y darle un gran impulso de participación popular. La historia del Carnaval en Fray Bentos es, como la del Anglo, una historia de los obreros, una historia de los actores culturales, populares y de los postergados. De a poco, sin quererlo, se viene creando un tejido social sin participación del gestor cultural por antonomasia, propio de la renovación y muerte que pertenecen sin duda al simbolario carnavalesco, como reafirma Bayce, una retirada constante para que muera lo que es necesario que renazca….

REFERENCIAS

(1) LETCHE, John, Cincuenta pensadores contemporáneos esenciales, Cátedra, Madrid, 1994.


(2) Alicia Haber, El País Cultural Nº 312


(3) BAYCE, Rafael, Carnaval: catarcis, inversión de status, control, texto completo en
http://www.eco.ufrj.br/semiosfera/anteriores/semiosfera01/organizacao/txtsoc3.htm

(4)Entiendo que a muchos les sonará desmedida la palabra, sin embargo, la burguesía fraybentina, sufridos los cambios históricos, puede dividirse en tres partes (o en cien), por un lado aquella expuesta a la opinión pública y que llamaré vacuna, clase que recurre a su profesión, o a la historia de su apellido (inmobiliarias, médicos, etc.), para emitir opiniones legitimadas (clasistas sinn duda) de índole política y participar de la vida y las decisiones gubernamentales, como la que se ha creado, sin mucho esfuerzo, una coraza mediática que intenta anular de las discusiones la relación desarrollo-desempleo apoyando desde muchos frentes a Botnia. Esta especie también media entre la necesidad y la angustia de la parte de la sociedad aplastada por la "solidaridad" de un sistema interno que no nivela socialmente. Otra, ovina dueña de medios de producción o comercialización que se apoya en cierta estética carnavalesca para explotar mental y físicamente a los trabajadores a su cargo, instituyendo muchas veces una relación tan obligatoriamente amistosa con el explotado, que lo exime de sus derechos como trabajador, en la que se incluyen como peculiaridad trabajadores radiales, dueños de programas que se creen independientes solo por emitir opiniones sin más fundamento que una supuesta moral que comparten con el fulanismo social, y no podían faltar, los dueños de las radios a quien deberíamos dedicar capítulos enteros. Por último la que deduzco como la más peligrosa, la felina subdividida en dos partes, una, conforma un buen número de la Junta departamental (derecha), imposibilitada para discutir el tema de carnaval o de la pobreza y la otra que desdibuja y trata de desvincular o hacer desaparecer la relación cultura-política-justicia social. La inocencia o no de estas subdivisiones estará a cargo de investigadores y del sentir popular, cuando se despierte de su siesta histórica y se organice en torno al pensamiento cultural de organizaciones alternativas, de políticas culturales innovadoras y sin tener que esclavizar el pensamiento a las relaciones laborales.


José Jorge
Abril 2009

2 comentarios:

Anónimo dijo...

refiriéndome a la obra de solari y haciendo referencia a las mascaras, tal vez cabría suponer que las máscaras no disfrazan, no esconden nada. creo que en solari, sus representaciones también podrían ser interpretadas como un rostro sin mascara. la mascara de un cerdo, de un loro,de un burro, es tan directa de una condición epíritual como los campesinos de Millet o los estudios de rostros de Gericault.
es decri, representarían una realidad espíritual, individual y social, sin metáforas.
en una idea que va un poco en la idea dolinesca, se podría plantar también que detrás de cada disfraz, hay otro más, y esto me remite a lo dicho anteriormente, a la pregunta: ¿cual es el verdadero rostro? ¿qué es lo que queremos mostrar?
abrazo grande.

Anónimo dijo...

Un comentario que instala sin duda una discución resistida. Trauma histórico que nos sugiere la convivencia paralela de dos logicas: una oficial y una clandestina.
Sr. Anonimo, creo, que una máscara es tal cuando oculta una identidad o representa ser algo que en esencia no se es. Solari me impacta como animista y relator de comportamientos en paisajes folkloricos-simbolicos. Creo que los loros de Solari solo podrían ser loros, sin opción, sin cultura, aunque estuvieran utilizando zapatos, no podrían utilizar una máscara, no podrían interpretar otra cosa que no sea su realidad de loros, porque asi estaban dispuestas las condiciones, digamos, ahora, ¿que podemos mostrar y/o ocultar? ¿algo qué...de nosotros mismos?

Robert Urgoite.
Robert Urgoite